Ahora no fué una güera en un vestido de bolitas. Ahora fue una morena, alta, con cabello corto y piernas largas que por alguna razón estaba ahí.
Y yo no podía no estar, porque lo intenté. Me quería ir.
Pero no podía.
Y despertarme y econtrar que solamente me queda esa desazón y el malestar de que no debería de estar soñando esas mamadas, pero heme ahí.
Ya estoy viejo para estas chingaderas